más sobre escaleras
Aquí hay un pequeño apéndice a mi viejo manual de Instrucciones que se titula:
Más sobre escaleras.
En un lugar de la bibliografía del que no quiero acordarme, se explicó alguna vez que hay escaleras para subir y escaleras para bajar. Lo que no se dijo entonces, es que también puede haber escaleras para ir hacia atrás. Los usuarios de estos útiles artefactos comprenderán sin excesivo esfuerzo que cualquier escalera va hacia atrás si uno la sube de espaldas. Pero lo que en esos casos está por verse, es el resultado de tan insólito proceso. Hágase la prueba con cualquier escalera exterior. Vencido el primer sentimiento de incomodidad, e incluso de vértigo, se descubrirá a cada peldaño un nuevo ámbito, que si bien forma parte del ámbito del peldaño precedente, al mismo tiempo lo corrige, lo critica, y lo ensancha. Piénsese que muy poco antes, la última vez que se había trepado en la forma usual por esa escalera, el mundo de atrás quedaba abolido por la escalera misma, su hipnótica sucesión de peldaños. En cambio, bastará subirla de espalda, para que un horizonte, limitado al comienzo por la tapia del jardín, salte ahora hasta el campito de los Peñaloza, abarque luego, el molino de la Turca, estallen los álamos del cementerio, y con un poco de suerte, llegue hasta el horizonte de verdad, el de la definición, que nos enseñaba la señorita de 3er. grado. Y el cielo, y las nubes, cuéntelas cuando esté en lo más alto, bébase el cielo que le cae en plena cara, desde su inmenso embudo. A lo mejor después, cuando gire en redondo, y entre en el piso alto de su casa, en su vida doméstica y diaria, comprenderá, que también allí, había que mirar muchas cosas en esa forma. Que también en una boca, un amor, una novela, había que subir hacia atrás. Pero tenga cuidado, es fácil tropezar y caerse, hay cosas que sólo se dejan ver, mientras se sube hacia atrás, y otras que no quieren, que tienen miedo de ese ascenso que las obliga a desnudarse tanto. Obstinadas en su nivel y en su máscara se vengan cruelmente del que sube de espaldas para ver lo otro: el campito de los Peñaloza o los álamos del cementerio. Cuidado con esa silla, cuidado con esa mujer.
Leído por Julio Cortázar. 1978.
mi querido hijo, salió un día camino a la Radio, donde lo había escuchado, y logró le dieran copia de este material de antología.
mi querida Lorena, hizo que hoy, moviera cielo y tierra para encontrarlo.
4 Comments:
siempre digo lo mismo....qué comentario hacer después de leer a cortázar?....lo único que puedo decir, es que no sé de dónde me salió el irme hasta la radio, buscar al operador de turno y pedirle el cassette...pero de donde me haya salido estoy sumamente satisfecho, proque es increíble escucharlo a ese tipo....además, lo mejor de todo es que después de escucharlo, todos sus cuentos tienen voces....su voz....su acento...su paz....
y uno lo deja, por años, y vuelve y allí está, impecable, listo para ofrecerse, y dejarse disfrutar. Tan generoso Julio. Tan generoso elmismo. La belleza al decir: su voz... su acento... su paz...y qué agregar.
Amapola no encuentra su clave. y manda su comment por mail:
Siempre habra un momento en que no nos reconocemos..ni siquiera a nosotros mismos. De todas formas quiza la respuesta esta abajo, como dice el Julio "subir las escaleras hacia atras" Hay que ver quien se anima a tanta curiosidad...
Amapola es particularmente sensible a Bebé Rocamadour, bebé, mon bebé. Rocamadour...
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