la tierna historia

un día en el ángulo de la ventana hicieron su nido.

comentando la hazaña, el sentirme una elegida...de 70 balcones, el mío!! tuve las más opuestas voces, como el amaretti, o las aman o las odian. Que los gérmenes, que lo sucias, (argumento de los opositores) e vero. Un día me descubro el sitio lleno de piojillos. Lleno no es la palabra, cada trozo de nido que movía, alien el 7º pasajero. Las palomitas jóvenes adolescentes, aún no listas para el vuelo, apretadas entre sí, en el rincón opuesto, en actitud de perdido por perdido, midiendo el peligro, miraban. La velocidad de mis movimientos por quitarme esos munúsculos bichitos rojos que subían por mis manos, brazos, piernas (ffwd-rew) con las imágenes de la ternura del pasado, me causaban el caos emocional de lo ambivalente. Tener que mover ese nido que otrora había endiosado, vigilante a hurtadillas, ante la maravilla del nacimiento, de los primeros días, de papá y mamá, piquito a pico, bulliciosos a mediodía, hora del almuerzo, pelito rubio, rayita al medio, hora de juego entre hermanos, hora de vuelo. Todo estaba terminando del peor modo.

A las primeras que nacieron, había podido verlas volar y perderse, en la verdadera dimensión de la libertad, estaban en el mundo y nunca volvería a reconocerlas. La armonía de la naturaleza. Y ahora?¿

Volví a mi cotidianidad, tranquila. El sitio ya no era habitable para mí.

Por la mañana, las veo, bulliciosas, caminando por el balcón-corralito, sin nido, sin miedo. Llegó el vuelo y partieron.

Y vuelven. Alguien vuelve, nunca sé quién es. El día de la foto, en mi lugar de trabajo, disfrutábamos de la ventana-balcón, ella y yo. Canchera para la toma.

Siempre vuelven. A continuar con el nido. Hay dos huevitos en la maceta.

Paseando por internet, escuché que hablaban de palomas, (como del amaretti) y volví corriendo a buscar la tierna historia.