jueves, abril 05, 2007

el comienzo


en noviembre-diciembre, cayeron piedras, dada la intensidad y tamaño: sin antecedentes.
Al momento, cada uno en su pequeño mundo personal, a fuer de campañas muy bien elaboradas, (quiero advertir en el sentido de abolir el grupo, principio básico de convivencia) dudo alguien no esté aún con la reparación de los daños personales, sin advertir en lo macro, que este hecho, era sólo el comienzo.
Poco se habló de ello a nivel nacional, internacional. Es más importante que Brad Pitt y Angelina Jolie, estén decidiendo: Dónde casarse. (probable - Caribe)
Y me detengo en este querido reloj, pegadito a las vías del ferrocarril. En tiempos de corridas escolares y con exactitud, la minúscula diferencia de sus agujitas, alertando acerca de si el tren estaría aún o no en el andén.
Hoy, puede aparecer irrelevante. Desde el pasado, unido a sensaciones: con sus marcas, podía emocionarnos o hacernos caer en la más absoluta de las desolaciones. Nuestras familias, consubstanciadas en el rigor, único modo de educar, tan "nada de excusas", no es difícil imaginar las consecuencias, del haber perdido el tren: barrilete duro de remontar.
Más tarde, con los primeros romances: alertaban el límite, no podía pasarse del anteúltimo: el de las 21, y no va más. El de las 23,20, era ya todo un despropósito. Creo que para poder tomarlo debías ser mayor, y no sé. Un largo silencio y siguiente: a las 5, "el obrero", nombre indicando la exclusividad de sus ocupantes, que a cabeceadas llegaban a los Talleres de nuestro pueblo blanco. Para nosotros, lisa y llanamente: Imposible.
También marcaban un estilo, el de "los ingleses". (lejos estábamos de considerar territoriedades: era así)
Pasaron los años, y mi querido reloj detenido, parecía marcar un tiempo marchito. Convocaron a un amable y legendario especialista, puso en marcha a todos los que repartidos en la ciudad habían congelado su andar, anonadados quizás ante la era de nuevos mecanismos.
Porque éste, sí, éste es el reloj de Cortázar, el que necesita, lo necesita a Ud.
Y no alcanzó la historia. Cuando la naturaleza desata su furia, no repara en detalles nimios. Adiós poesía!!
Hoy, detenido, marca la hora en que se inició ese fenómeno, esos 20 minutos en que enormes bloques de hielo, arrasaron con cuánto se le presentó a su paso.

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