Charla improvisada de Alejandro Dolina
El arrepentimiento. Charla del jueves 30 de agosto /07
...no he traído la charla de esta noche sino que ésta es la de ayer...pero lo vamos a resolver. Alguno tiene un Bar del Infierno por ahí. Bueno, no importa.
Vamos a ver si es razonable el lugar que ocupamos aquí. Enseguida lo vamos a recuperar, andá hasta el auto, agarrá la llave de ahí y en el baúl hay algunos libros, vamos a leer algún relato.
Mientras esta cosa llega, hablaremos precisamente del arrepentimiento y su funcionamiento como institución para la salvación celestial. Así que hablaremos de famosos calaveras, no está mal...
El que quiera observar o que quiera examinar el alma del argentino, deberá leer mucho, pero Borges decía que podría ahorrarse algunos trámites, leyendo la Colecciónn completa del Alma que canta. Allí dice Borges, entre tantas fealdades (se refiere a las letras de tangos) encontrará uno, unos datos centrales que a lo mejor son pertinentes para hacerse un juicio acerca, no sé si del gen argentino, como decían en ese concurso, pero sí de algunas regularidades. Yo no creo mucho en que los genes determinen la historia. Algunos deterministas argentinos han creído eso, por ej. Sarmiento, Ortega y Gasset. Un oyente nos remitió una especie de anagrama, que había dado como inventado por él: don José Ortega y Gasset, sin darse cuenta que anteriormente había sido ideado por Sarmiento y refutado por algún otro. Ortega y Gasset decía que la palabra ignorante, tenía todas las letras de argentino, antes lo había dicho Sarmiento. Decía que argentino e ignorante contenían las mismas letras y que era deseable que no se convirtiera de anagrama en sinónimo. A lo que algún enemigo de Sarmiento, le respondió que Sarmiento tenía las mismas letras que mentirosa. Lo que hay entre Sarmiento, Ortega y el refutador de Sarmiento, es que las cosas no se resuelven por las letras que contenga una palabra, pero tampoco se resuelven por genes, que ese es el pensamiento de Ortega y de Sarmiento, de creer que una nacionalidad está marcada por un destino genético, eso tiene un nombre muy feo a veces, pero cuando se parte de ese punto para hacer consideraciones acerca del destino político de las naciones, por lo general se enfila por el rumbo incierto de los tomates.
Lo que sigue esta tradición es esa esa idea de que los argentinos son poco proclives al trabajo, que otras naciones nos superan por una indolencia que está en nuestros genes. Es posible que haya una indolencia, pero a lo mejor no está en nuestros genes, más bien hay que buscarla por otros sitios. En el tango aparece una idea que es ligeramente vecina a esta de la indolencia, pero que es al revés, más bien el tango postula a la admiración general, una conducta que reniegue del progreso, del progreso personal, y es así, el hombre que trabaja cada día, el hombre que trata de progresar, aquél que ejerce una moral burguesa, está fuera del tango, ni siquiera aparece como un enemigo a considerar, directamente queda afuera.
Cuando a partir de las letras de tango, se postula una moral tanguera, encontramos que esa moral, no contiene el elemento principal de la moral burguesa, que es la prosperidad. La prosperidad antes bien es denostada, es denostada por sí misma, ni siquiera teniendo en cuenta cómo se logró esa prosperidad. El tango encuentra toda prosperidad sospechosa, y un poco despreciable, y por qué?¿ Vamos a ver, esperemos un poco. En cambio el tango sí, hace una enorme virtud, no ya de la vida del calavera, la vida del milonguero, sino de la vida del hombre con coraje, el coraje parece ser la virtud esencial de esta moral tanguera, que es una moral ficticia, desde luego es una moral mítica para los argentinos.
El calavera aparece como socio del hombre de valor, porque a los autores de tango, se les antoja que ser calavera es también ser desinteresado. El hombre que va todas las noches a la milonga, antes que un hombre vicioso, es un hombre que ha resuelto jugar su vida por que sí, que ha resuelto no guardarse ni una moneda en el bolsillo, que ha resuelto no guardarse ni un poquito de juventud, sino que ha resuelto gastársela a paladas. Por supuesto que juega, y en otro caso también se juega la vida con coraje. Estas vertientes del tango. El tango que cuenta la historia del tipo que a cuchilladas defiende cuestiones de honor, esta es una vertiente. Y la otra es la de un desinterés, un desapego por la vida y por los bienes, que llevan también al vicio, a la imprevisión. Yo no he conocido ningún tango del tipo que ha resuelto edificar un chalecito, y que ha puesto un plazo fijo. Eso es afuera del tango.
Y en qué se parecen este desdén por los bienes materiales, y este valor, este coraje, del que a lo mejor en una pelea, en una patriada, no le importa jugarse la vida, es que allí hay cuestiones de honor. Y cuál es el tema principal de la moral heroica, contrapuesta a la moral burguesa, si en la moral burguesa, el principio es la prosperidad, el bien maliciado, en la moral heroica, que es la moral del tango, el asunto principal es el honor. Don José María Rosa, comienza su extensa historia argentina con una consideración, y hace antes que nada esa diferenciación entre moral burguesa y moral heroica, y dice que nuestros ancestros españoles venían al llegar a tierras americanas de siete siglos de lucha, contra los árabes que se habían instalado en la península y que estos años los habían ejercitado en unas consideraciones tales, en donde la prosperidad era propia de aquellos que se negaban a la lucha. El que prosperaba por sus negocios, por su comercio, era porque no se había entregado a la guerra, y entonces despreciaban un poco eso, y en cambio amaban, amaban tanto, que hasta la palabra valor, decir "lo que vale", quiere decir valentía, coraje. Y entonces acostumbrados a las luchas, incluso a ejercitaciones infantiles, que estaban más destinadas a la lucha, al incremento de una destreza militar, que al incremento de una destreza de prosperidad, de esos, dice Pepe Rosa, proveníamos nosotros, y algo quedó, algo quedó en el espíritu argentino, si es que hay alguno, en las regularidades argentinas de esa moral que desprecia un poco la prosperidad burguesa y que prohija cierto honor, cierto coraje. Ahora bien, todo eso está fenómeno, incluso nos simpatiza mirando hacia atrás una historia rica en héroes, también nos gusta la España que daba santos y hombres de honor, más que filósofos, pero la vida se va complicando. Y de esa moral heroica que aparece en El alma que canta, queda realmente poco, y lo poco que queda es detestable. Desde luego ya no hay personajes de tango que jueguen su vida a una baraja, que hagan un culto del coraje y del cuchillo como decía Borges, pero la degradación de esas costumbres, ha pasado a foros indeseables como la cancha de fútbol, y entonces aparece otra idea, que al mismo tipo que ha creído ver en esa moral heroica un estandarte digno de ser seguido, y una reacción ante los poderosos del mundo que desde luego establecen su poder a través del culto, de la razón, los bancos, las letras de cambio, todo eso es un poco detestable, y uno alguna vez se ha embanderado en las filas de la moral heroica. Pero si uno reflexiona acerca de las cuestiones de honor, verá que detrás de ella, siempre hay algo patológico. Y especialmente cuando la cuestión de honor está ejercida por personas que no tienen ideales supremos como los héroes, como San Martín, sino por personas que utilizan esa quisquillosidad del héroe, en cuestiones absolutamente banales. El héroe es por definición quisquilloso, y se ofende fácilmente, como sabe cualquiera que haya leído La Odisea o La Ilíada, y haya visto que justamente este último libro comienza con una ofensa, con una ofensa de Aquiles de Peleo:
"Canta dios, a la venganza fatal de Aquiles de Peleo".
Y Aquiles se ofendió por una mina. Es decir que La Ilíada comienza con un tango. El héroe es quisquilloso. Pero está bien que sea quisquilloso Aquiles que desde luego estaba peleando por el destino de su patria, por lo que Ud. quiera...
- Por su propia gloria, si quiere Alejandro, que había elegido.
Mucho mejor, por su propia gloria me parece mucho mejor, una gloria que él había elegido, cuando tuvo ante sí, una vida larga y serena, es decir una vida burguesa, si me permite el anacronismo, y una vida breve pero gloriosa, eligió la vida heroica, la moral heroica, que es vivir poco y gloriosamente.
Pero si esa misma quisquillosidad Ud. la aplica al vecino de al lado, algo malo está sucediendo.
Y donde hay entonces ese sentimiento, y especialmente cuando ese sentimiento es un poco fuera de lugar, en un ámbito más complejo como es la sociedad actual, ahí algo malo sucede, alguien es lastimado gratuitamente. No nos olvidemos que otros héroes como Agamenón, como todos ellos, el mismo Ulises, que nos resulta un poco burgués en su sabiduría y en su astucia, pero todos ellos cometieron crímenes espantosos, y entonces ya la cuenta no nos sale tan redonda, la elección no es tan fácil. Elegir la moral heroica es también hacer una elección artística. La moral heroica gesta libros épicos, historias dignas de ser contadas, y la moral burguesa gesta el noticiero de las 6 de la tarde. Evidentemente a la hora de hacer una elección artística uno elige ese camino de los héroes, pero a la hora de vivir no hay más remedio que transigir, y que admitir que un héroe es un tipo peligroso. Especialmente, insisto especialmente cuando la cosa no viene de héroes. No los aburriré pasando por aquellos tangos que son como un despacho en beligerancia, "heroica era mi vieja que trabajaba todos los días". pero sí por una anécdota, que refleja esta peligrosidad del héroe, que ya no lucha por su patria sino por causas banales. Hay un equipo de 1ª B, cuyos hinchas acostumbran a poner la bandera del club, que ha sido desde luego, convenientemente sacralizada, en la puerta de la cancha, y cuando viene la hinchada contraria, y quiere entrar, no tiene más remedio que pisar la bandera, e inmediatamente activa un resorte de ofensa en los hinchas, de los pesados que están allí, y dicen: "has pisado la bandera de tal equipo, luego has pisoteado mi honor, se ha producido un conflicto de orden heroico y te matamos".
Y ya no sé si me gusta tanto, yo no sé cómo aplicar eso al principio del libro de José M. Rosa, y entonces ya no sé si me gustan tanto los Aquiles de la 1ª B, y tampoco sé si me gustan los jugadores que apuestan todo a una baraja, me gustan cuando todo lo que apuestan es de ellos. Pero a veces el jugador apuesta cosas ajenas. Y tampoco sé si me gustan los calaveras, los que por seguir una actitud artística, entierran a toda la familia. Asi que sin renunciar a mi admiración artística por los héroes, por los que nada guardan, por los que se juegan la vida a una baraja, por los que derrochan su juventud en la milonga, hoy me atrevo a hacer un pequeño reparo a esas filas. Y acordándome de San Agustín, pienso que a lo mejor la vejez del héroe debe ser reemplazada por la vejez del sabio, no sé si del burgués, pero sí del sabio, y del hombre que, más que en gestos teatrales, debe pensar lo que es más conveniente para todos.
Así que ya que nos olvidamos hoy, en un gesto de desapego heroico, de la charla inicial, bien vale dedicar esta improvisación a los que no improvisan, a los que abandonan esa actitud que tanto admiran los argentinos: de desapego, de descuido, de supuesto desinterés belgraniano, que a veces no es otra cosa que irresponsabilidad, y entonces me gustaría dedicar desde mi poca profesionalidad, al haberme olvidado la charla correspondiente, me gustaría dedicarla a los que sí son responsables, a los que se preparan, a los que estudian, a los que actúan con sabiduría. (aplausos)
- Déjeme sumar una dedicatoria, Alejandro, ya que a veces me lo permite, también para aquellos que pueden demostrar que no hay mejor improvisación que el estudio, y que muchas veces no hacen falta los papeles adelante, para que uno no esté improvisando, porque ya se los ha estudiado en 40 años de su vida.
Con qué podemos ilustrar esta pequeña recorrida que hemos hecho para ver que hacemos con nuestras vidas, a ver si cuando salimos de aquí, nos vamos a pelear a muerte con el otro novio de nuestra novia, o si por el contrario nos vamos a poner a estudiar un poco, Pues bien, yo creo que como San Agustín, podríamos recorrer un camino, podríamos pensar que la vida es tal vez un camino, y que algunas estaciones de ese camino pueden ser irresponsables, heroicas, desdeñosas, podemos hasta jugar con el placer juvenil de ser desdichados, y también podemos internarnos por las calles más estrechas de la heterodoxia o caminar a veces por las avenidas centrales de lo consagrado y de la ortodoxia.Hay muchos caminos para ser un buen tipo, pero también hay muchos otros caminos para ser un verdadero canallla, y son caminos tentadores, caminos que a veces tienen nombres gloriosos, como la patria, como la libertad, como el honor, que no sea que transitemos avenidas de iniquidad tentados por una gloria que no es tal. Tratemos entonces de convertir nuestra vida en un caminito amable, tal vez menos pretencioso apenas en un Caminito soleado, que será la canción con que ilustraremos esta pequeña improvisación y que cantará desde el mundo del tango don Carlos Gardel
es probable que quienes gustan de relatos cortos abandonen prontamente la empresa, aunque alegremente lo he desgrabado, en el interés de comprobar la excelencia de la palabra, sin un texto guía, y reafirmando en ello la admiración que siento por este hombre.
...no he traído la charla de esta noche sino que ésta es la de ayer...pero lo vamos a resolver. Alguno tiene un Bar del Infierno por ahí. Bueno, no importa.
Vamos a ver si es razonable el lugar que ocupamos aquí. Enseguida lo vamos a recuperar, andá hasta el auto, agarrá la llave de ahí y en el baúl hay algunos libros, vamos a leer algún relato.
Mientras esta cosa llega, hablaremos precisamente del arrepentimiento y su funcionamiento como institución para la salvación celestial. Así que hablaremos de famosos calaveras, no está mal...
El que quiera observar o que quiera examinar el alma del argentino, deberá leer mucho, pero Borges decía que podría ahorrarse algunos trámites, leyendo la Colecciónn completa del Alma que canta. Allí dice Borges, entre tantas fealdades (se refiere a las letras de tangos) encontrará uno, unos datos centrales que a lo mejor son pertinentes para hacerse un juicio acerca, no sé si del gen argentino, como decían en ese concurso, pero sí de algunas regularidades. Yo no creo mucho en que los genes determinen la historia. Algunos deterministas argentinos han creído eso, por ej. Sarmiento, Ortega y Gasset. Un oyente nos remitió una especie de anagrama, que había dado como inventado por él: don José Ortega y Gasset, sin darse cuenta que anteriormente había sido ideado por Sarmiento y refutado por algún otro. Ortega y Gasset decía que la palabra ignorante, tenía todas las letras de argentino, antes lo había dicho Sarmiento. Decía que argentino e ignorante contenían las mismas letras y que era deseable que no se convirtiera de anagrama en sinónimo. A lo que algún enemigo de Sarmiento, le respondió que Sarmiento tenía las mismas letras que mentirosa. Lo que hay entre Sarmiento, Ortega y el refutador de Sarmiento, es que las cosas no se resuelven por las letras que contenga una palabra, pero tampoco se resuelven por genes, que ese es el pensamiento de Ortega y de Sarmiento, de creer que una nacionalidad está marcada por un destino genético, eso tiene un nombre muy feo a veces, pero cuando se parte de ese punto para hacer consideraciones acerca del destino político de las naciones, por lo general se enfila por el rumbo incierto de los tomates.
Lo que sigue esta tradición es esa esa idea de que los argentinos son poco proclives al trabajo, que otras naciones nos superan por una indolencia que está en nuestros genes. Es posible que haya una indolencia, pero a lo mejor no está en nuestros genes, más bien hay que buscarla por otros sitios. En el tango aparece una idea que es ligeramente vecina a esta de la indolencia, pero que es al revés, más bien el tango postula a la admiración general, una conducta que reniegue del progreso, del progreso personal, y es así, el hombre que trabaja cada día, el hombre que trata de progresar, aquél que ejerce una moral burguesa, está fuera del tango, ni siquiera aparece como un enemigo a considerar, directamente queda afuera.
Cuando a partir de las letras de tango, se postula una moral tanguera, encontramos que esa moral, no contiene el elemento principal de la moral burguesa, que es la prosperidad. La prosperidad antes bien es denostada, es denostada por sí misma, ni siquiera teniendo en cuenta cómo se logró esa prosperidad. El tango encuentra toda prosperidad sospechosa, y un poco despreciable, y por qué?¿ Vamos a ver, esperemos un poco. En cambio el tango sí, hace una enorme virtud, no ya de la vida del calavera, la vida del milonguero, sino de la vida del hombre con coraje, el coraje parece ser la virtud esencial de esta moral tanguera, que es una moral ficticia, desde luego es una moral mítica para los argentinos.
El calavera aparece como socio del hombre de valor, porque a los autores de tango, se les antoja que ser calavera es también ser desinteresado. El hombre que va todas las noches a la milonga, antes que un hombre vicioso, es un hombre que ha resuelto jugar su vida por que sí, que ha resuelto no guardarse ni una moneda en el bolsillo, que ha resuelto no guardarse ni un poquito de juventud, sino que ha resuelto gastársela a paladas. Por supuesto que juega, y en otro caso también se juega la vida con coraje. Estas vertientes del tango. El tango que cuenta la historia del tipo que a cuchilladas defiende cuestiones de honor, esta es una vertiente. Y la otra es la de un desinterés, un desapego por la vida y por los bienes, que llevan también al vicio, a la imprevisión. Yo no he conocido ningún tango del tipo que ha resuelto edificar un chalecito, y que ha puesto un plazo fijo. Eso es afuera del tango.
Y en qué se parecen este desdén por los bienes materiales, y este valor, este coraje, del que a lo mejor en una pelea, en una patriada, no le importa jugarse la vida, es que allí hay cuestiones de honor. Y cuál es el tema principal de la moral heroica, contrapuesta a la moral burguesa, si en la moral burguesa, el principio es la prosperidad, el bien maliciado, en la moral heroica, que es la moral del tango, el asunto principal es el honor. Don José María Rosa, comienza su extensa historia argentina con una consideración, y hace antes que nada esa diferenciación entre moral burguesa y moral heroica, y dice que nuestros ancestros españoles venían al llegar a tierras americanas de siete siglos de lucha, contra los árabes que se habían instalado en la península y que estos años los habían ejercitado en unas consideraciones tales, en donde la prosperidad era propia de aquellos que se negaban a la lucha. El que prosperaba por sus negocios, por su comercio, era porque no se había entregado a la guerra, y entonces despreciaban un poco eso, y en cambio amaban, amaban tanto, que hasta la palabra valor, decir "lo que vale", quiere decir valentía, coraje. Y entonces acostumbrados a las luchas, incluso a ejercitaciones infantiles, que estaban más destinadas a la lucha, al incremento de una destreza militar, que al incremento de una destreza de prosperidad, de esos, dice Pepe Rosa, proveníamos nosotros, y algo quedó, algo quedó en el espíritu argentino, si es que hay alguno, en las regularidades argentinas de esa moral que desprecia un poco la prosperidad burguesa y que prohija cierto honor, cierto coraje. Ahora bien, todo eso está fenómeno, incluso nos simpatiza mirando hacia atrás una historia rica en héroes, también nos gusta la España que daba santos y hombres de honor, más que filósofos, pero la vida se va complicando. Y de esa moral heroica que aparece en El alma que canta, queda realmente poco, y lo poco que queda es detestable. Desde luego ya no hay personajes de tango que jueguen su vida a una baraja, que hagan un culto del coraje y del cuchillo como decía Borges, pero la degradación de esas costumbres, ha pasado a foros indeseables como la cancha de fútbol, y entonces aparece otra idea, que al mismo tipo que ha creído ver en esa moral heroica un estandarte digno de ser seguido, y una reacción ante los poderosos del mundo que desde luego establecen su poder a través del culto, de la razón, los bancos, las letras de cambio, todo eso es un poco detestable, y uno alguna vez se ha embanderado en las filas de la moral heroica. Pero si uno reflexiona acerca de las cuestiones de honor, verá que detrás de ella, siempre hay algo patológico. Y especialmente cuando la cuestión de honor está ejercida por personas que no tienen ideales supremos como los héroes, como San Martín, sino por personas que utilizan esa quisquillosidad del héroe, en cuestiones absolutamente banales. El héroe es por definición quisquilloso, y se ofende fácilmente, como sabe cualquiera que haya leído La Odisea o La Ilíada, y haya visto que justamente este último libro comienza con una ofensa, con una ofensa de Aquiles de Peleo:
"Canta dios, a la venganza fatal de Aquiles de Peleo".
Y Aquiles se ofendió por una mina. Es decir que La Ilíada comienza con un tango. El héroe es quisquilloso. Pero está bien que sea quisquilloso Aquiles que desde luego estaba peleando por el destino de su patria, por lo que Ud. quiera...
- Por su propia gloria, si quiere Alejandro, que había elegido.
Mucho mejor, por su propia gloria me parece mucho mejor, una gloria que él había elegido, cuando tuvo ante sí, una vida larga y serena, es decir una vida burguesa, si me permite el anacronismo, y una vida breve pero gloriosa, eligió la vida heroica, la moral heroica, que es vivir poco y gloriosamente.
Pero si esa misma quisquillosidad Ud. la aplica al vecino de al lado, algo malo está sucediendo.
Y donde hay entonces ese sentimiento, y especialmente cuando ese sentimiento es un poco fuera de lugar, en un ámbito más complejo como es la sociedad actual, ahí algo malo sucede, alguien es lastimado gratuitamente. No nos olvidemos que otros héroes como Agamenón, como todos ellos, el mismo Ulises, que nos resulta un poco burgués en su sabiduría y en su astucia, pero todos ellos cometieron crímenes espantosos, y entonces ya la cuenta no nos sale tan redonda, la elección no es tan fácil. Elegir la moral heroica es también hacer una elección artística. La moral heroica gesta libros épicos, historias dignas de ser contadas, y la moral burguesa gesta el noticiero de las 6 de la tarde. Evidentemente a la hora de hacer una elección artística uno elige ese camino de los héroes, pero a la hora de vivir no hay más remedio que transigir, y que admitir que un héroe es un tipo peligroso. Especialmente, insisto especialmente cuando la cosa no viene de héroes. No los aburriré pasando por aquellos tangos que son como un despacho en beligerancia, "heroica era mi vieja que trabajaba todos los días". pero sí por una anécdota, que refleja esta peligrosidad del héroe, que ya no lucha por su patria sino por causas banales. Hay un equipo de 1ª B, cuyos hinchas acostumbran a poner la bandera del club, que ha sido desde luego, convenientemente sacralizada, en la puerta de la cancha, y cuando viene la hinchada contraria, y quiere entrar, no tiene más remedio que pisar la bandera, e inmediatamente activa un resorte de ofensa en los hinchas, de los pesados que están allí, y dicen: "has pisado la bandera de tal equipo, luego has pisoteado mi honor, se ha producido un conflicto de orden heroico y te matamos".
Y ya no sé si me gusta tanto, yo no sé cómo aplicar eso al principio del libro de José M. Rosa, y entonces ya no sé si me gustan tanto los Aquiles de la 1ª B, y tampoco sé si me gustan los jugadores que apuestan todo a una baraja, me gustan cuando todo lo que apuestan es de ellos. Pero a veces el jugador apuesta cosas ajenas. Y tampoco sé si me gustan los calaveras, los que por seguir una actitud artística, entierran a toda la familia. Asi que sin renunciar a mi admiración artística por los héroes, por los que nada guardan, por los que se juegan la vida a una baraja, por los que derrochan su juventud en la milonga, hoy me atrevo a hacer un pequeño reparo a esas filas. Y acordándome de San Agustín, pienso que a lo mejor la vejez del héroe debe ser reemplazada por la vejez del sabio, no sé si del burgués, pero sí del sabio, y del hombre que, más que en gestos teatrales, debe pensar lo que es más conveniente para todos.
Así que ya que nos olvidamos hoy, en un gesto de desapego heroico, de la charla inicial, bien vale dedicar esta improvisación a los que no improvisan, a los que abandonan esa actitud que tanto admiran los argentinos: de desapego, de descuido, de supuesto desinterés belgraniano, que a veces no es otra cosa que irresponsabilidad, y entonces me gustaría dedicar desde mi poca profesionalidad, al haberme olvidado la charla correspondiente, me gustaría dedicarla a los que sí son responsables, a los que se preparan, a los que estudian, a los que actúan con sabiduría. (aplausos)
- Déjeme sumar una dedicatoria, Alejandro, ya que a veces me lo permite, también para aquellos que pueden demostrar que no hay mejor improvisación que el estudio, y que muchas veces no hacen falta los papeles adelante, para que uno no esté improvisando, porque ya se los ha estudiado en 40 años de su vida.
Con qué podemos ilustrar esta pequeña recorrida que hemos hecho para ver que hacemos con nuestras vidas, a ver si cuando salimos de aquí, nos vamos a pelear a muerte con el otro novio de nuestra novia, o si por el contrario nos vamos a poner a estudiar un poco, Pues bien, yo creo que como San Agustín, podríamos recorrer un camino, podríamos pensar que la vida es tal vez un camino, y que algunas estaciones de ese camino pueden ser irresponsables, heroicas, desdeñosas, podemos hasta jugar con el placer juvenil de ser desdichados, y también podemos internarnos por las calles más estrechas de la heterodoxia o caminar a veces por las avenidas centrales de lo consagrado y de la ortodoxia.Hay muchos caminos para ser un buen tipo, pero también hay muchos otros caminos para ser un verdadero canallla, y son caminos tentadores, caminos que a veces tienen nombres gloriosos, como la patria, como la libertad, como el honor, que no sea que transitemos avenidas de iniquidad tentados por una gloria que no es tal. Tratemos entonces de convertir nuestra vida en un caminito amable, tal vez menos pretencioso apenas en un Caminito soleado, que será la canción con que ilustraremos esta pequeña improvisación y que cantará desde el mundo del tango don Carlos Gardel
es probable que quienes gustan de relatos cortos abandonen prontamente la empresa, aunque alegremente lo he desgrabado, en el interés de comprobar la excelencia de la palabra, sin un texto guía, y reafirmando en ello la admiración que siento por este hombre.
Etiquetas: imagen de radio
9 Comments:
Aunque gusto de relatos cortos, lo disfrute es que los grandes, cuando hablan por horas nos hacen sentir que fué un minuto. Quizás porque de un minuto saben hacer una hora, para nosotros, que en un minuto, no entenderíamos.
ahhh...qué maravillosa observación:"de un minuto saben hacer una hora"...
vale la pena click en el título de la charla y llegar hasta su voz en la webb.
Madreselva.
Compartimos el gusto por Dolina y eso es una base para el diálogo.
En ese entendimiento, me alegró que incluyeras su charla en tu página.
Es maravillosa.
Lo cierto es que, la arruinaste con la mentira final. No fuiste vos quien la desgrabó... la copiaste de mi blog. Eso no cambia la entidad de la reflexión de Alejandro Dolina. Pero dice de vos, y dice mal. Un poco de honestidad te vendría bien.
No alterarías un ápice tu página, ni tu deleite, pero harías honor a la verdad (que no es poco)
Atentamente
Natcha García (memeckita@hotmail.com)
algunas cosa las copio, y están encomilladas, aludo a la cita.
Esto está desgrabado por mí.
Leo este comment tanto tiempo después, que ni sé si te llegará la aclaración, tenés razón que es feo sentir que alguien TE COPIÓ...
quedate tranquila que de última hemos desgrabado la misma charla, yo pongo tanta atención que repaso y hasta no tener la última coma ubicada no ceso.
Es que las charlas de Dolina son verdaderas clases como las de la facultad, que justamente se podían desgrabar.
Gracias por tus conceptos, permiten el diálogo, y pena porque no está tu blog y no puedo ir a él. Clickeo tu dirección y no me aparece ningún blog.
Comentario en el blog de la persona que me acusa de haberle copiado.
- No sé de qué septiembre es esta entrada. Acabo de ver un comentario en mi blog acerca de una falta de honestidad de mi parte, y que te copié la nota. En verdad te he respondido en mi blog. No he copiado, en este caso, otras veces sí he citado las fuentes, o aparece en bastardilla.
Mi afán por no agregarle una copa ni punto de más, me hace repasar el texto una y mil veces antes de imprimirlo. Y Dolina tiene la particularidad de la dicción y expresión correctas que lo transforman en una clase teórica. Lamento este contratiempo para vos y te agradezco la posibilidad de aclararlo.
estos dos últimos comentarios son del 27/12/08
Hace poco escuche este programa grabado, y la verdad es genial, por el contenido de la charla, y sobre todo porque el Negro justifica lo que dice al principio "Vamos a ver si es razonable el lugar que ocupamos aquí", es decir, vamos a ver si estamos a la altura de las circunstancias; y como solo el puede hacerlo, está a la altura efectivamente, y como dice Rolón, la mejor improvisación surge después de haber estudiado 40 años. Un genio Dolina, es incomparable. Saludos!
anoche lo anduve escuchando, y cayó esta charla. por supuesto que puse en google moral burguesa y moral heroica.
Bueno, saludos y gracias, le voy a pegar una leídita.
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