lunes, noviembre 05, 2007

las tres marías

Las peripecias amorosas de Orión
Cuenta Robert Graves, (Greek myths) que Orión, un cazador de Illia, era el más hermoso de todos los mortales, hijo de Poseidón y de Euríade. De su padre había recibido la facultad de andar por la superficie del mar, caminar sobre las aguas, (*) estaba dado además de una fuerza prodigiosa. Orión se casó con Side, tan hermosa que como tantas otras en los mitos, en algún momento pretendió rivalizar con las diosas, se le ocurrió decir que era más linda que Hera, la esposa de Zeus, y la diosa que no toleraba competidoras, la precipitó al Tártaro. Privado de su esposa, Orión se trasladó a la isla de Quíos, y allí se enamora de Mérope, hija de Enopión, y nieta de Dioniso. Enopión, prometió a Orión que le entregaría a su hija, en matrimonio, si conseguía liberar a la isla de unas bestias salvajes. Orión aceptó el desafío, y todas las noches, llevaba a su novia Mérope, las pieles de los animales que había matado. Luego de cumplir con su misión, Enopión, se negó a entregar a la hija diciendo: "...todavía, puedo oir el rumor de leones, osos y lobos". Enopión no entrega a su hija. Orión enterado y enfurecido, bebió vino puro, algo que estaba penado con la muerte, y tanto lo excitó este vino, que irrumpió en el aposento de Mérope, y la forzó a yacer con él. Enopión, se enteró de aquél encuentro, e invocó a su padre, Dioniso, quién envió a sus sátiros, para que animaran a Orión a beber todavía más vino. Orión cayó entonces dormido, y en ese momento, Enopión, le sacó los ojos, y abandonó a este pretendiente, desmayado en la orilla del mar. Cuando recuperó la conciencia, Orión pidió ayuda, fue conducido hasta un oráculo, oráculo que le anunció que recuperaría la vista si viajaba hacia el Este, y si volvía las cuencas vacías de sus ojos, hacia Ellio, en el punto exacto en que asomaba por la mañana en el océano, Ellio, el sol. Orión pidió entonces que lo llevaran al este, tuvo como guía a un joven llamado Cedalión, a quién Orión llevaba sobre los hombros. Cedalión condujo a Orión por tierra y por mar, hasta que finalmente llegaron al lugar más remoto del océano, donde Ellio, le devolvió la vista a Orión. Allí en el este Eos, la aurora, condenada a enamorarse siempre, se enamoró también de Orión. Apenas recuperó su vista, marchó junto con Eos, y en Delos, se unieron ansiosamente. Después del amor, Orión regresó para vengarse de Enopión, pero no lo encontró. En realidad estaba escondido, en una cámara subterránea, que le había construido el dios Efesto. Orión puso entonces rumbo a Creta, pensando que Enopión podía haber huído allí. Durante la travesía, Orión, que era irresistible, se encontró nada menos que con la diosa Ártemis, la diosa de la caza, odiaba el amor, y era la más casta de las diosas. Y sucedió aquí algo excepcional en los mitos clásicos, prendada por los encantos de Orión, Ártemis lo convenció para que se olvidara de la venganza y saliera a cazar con ella. Orión aceptó la invitación, olvidó a su enemigo Enopión, a la hermosa Mérope, y se preparó para seducir a la diosa más difícil. Pero el hermano de Ártemis, Apolo, quiso salvar la castidad de la diosa. Apolo se había enterado que Orión había amado a Eos, a la aurora, en Delos, que era tierra sagrada, y eso lo había ofendido. Dicen que la Aurora, aún se ruboriza al recordar aquella indiscreción, a saber la de haberse amado en tierra sagrada. Y esa es la razón mítica de los amaneceres rojizos. Cuando Apolo ofendido por haber amado a Eos en tierra sagrada, tomó intervención, temiendo que su hermana Ártemis, pudiera resultar tan voluble como Eos, Apolo le lanzó a Orión, un monstruoso escorpión, para que lo persiguiera. Orión atacó primero al escorpión con flechas, luego con su espada, pero se dio cuenta que el escorpión era inmune a cualquier arma de los mortales, entonces se tiró al mar, y nadó en dirección a Delos, donde esperaba que Eos, lo protegiera. No sé por qué nadó, si habíamos dicho que había recibido de su padre, la facultad de caminar sobre el agua. Como quiera que sea, olvidado, de aquel don que había recibido, nadó. En ese momento, cuando Orión andaba por el mar, Apolo llamó a Ártemis, y le dijo: Ves esa cosa que se ve ahí, en las aguas, cerca de Ortigia, es la cabeza de un villano, llamado Candaón, mintió Apolo, que acaba de seducir a Opis, una de tus sacerdotisas hiperbóreas, te desafío que lo atravieses con una de tus flechas. Artemis, que no sabía que se trataba justamente del único mortal que le había gustado alguna vez, apuntó, disparó, y cuando fue a buscar a su presa, descubrió que había atravesado a Orión. Con gran dolor, Ártemis, imploró a Asclepio, el médico, que reviviera, y Asclepio accedió, pero el cuerpo de Orión, fue destruido por un rayo de Zeus. Fue entonces cuando Ártemis, colocó la imagen de Orión, entre las estrellas, y la colocó eternamente perseguida por la imagen del escorpión. El alma de Orión, descendió según dicen a los campos de Ascodelos.

También se encargó Zeus de situar el Escorpión en el firmamento, pero tuvo cuidado de ponerlo lo más alejado posible del gigante para que nunca más volvieran a enfrentarse. Así pues, cuando Orión desaparece de la bóveda celeste es cuando hace su aparición el Escorpión. Mientras que Orión aparece durante el invierno, Escorpión lo hace en el verano.

(*) Dicen los mitos, por otra parte, que era tan alto que podía “caminar” por el fondo del mar, sin que el agua le llegue a los hombros.

eran las únicas estrellas que en nuestra niñez tenían nombre: las Tres Marías, y debajo Los Reyes Magos, a quienes tanto se invocaba por las fiestas, en la certeza del poder de los rezos. Así funcionan los mitos, a nadie se le ocurre "echar culpas" de no recibir el pedido. Cada año renace la esperanza.

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