sábado, noviembre 18, 2006

that is the questions (parte III )

con mi amigo Miguel, desde la adolescencia, tenemos un tesoro, el idivuelta de un lenguaje que nos integra en ideas compartidas, y enriquece en el disenso,
sostenernos entre rocas, en un ámbito poco propicio, y lleno de prejuicios a la hora de juzgar las relaciones. El haber pensado "unirnos a un vuelo de gaviotas", y dejar nuestro Pueblo Blanco, de diferentes modos.
Siempre volvemos al tema: él va a las reuniones de la primaria. Me he negado a ello, con tosudez. Alguna vez le he dicho -a qué vas-, no responde.

Un día, paseábamos, preguntó si volvería al pueblo. -De ningún modo- respondí.

Por avatares de la vida, sin tiempo para pensarlo, estaba allí, por no más de 2 meses, en una casa prestada, con mis dos niños, y un marido a medias a fuer de desacuerdos, que a poco se transformó en: "con mis dos niños, y...?" (... un marido a medias, se fue a vivir muy lejos)
Pasamos 5 años maravillosos. Mi sueldo se convertía en comida. Todo lo demás, emociones y alegrías que mucho he añorado durante estos años: la casa, el césped mullido, el cielo con estrellas, los vecinos, regar las plantas, la hamaca paraguaya, los niños bulliciosos, lo espacioso, la zanja. El día, con el sol marcando sus tiempos, las noches en "la puerta". Los domingos tejiendo. Los amigos de los niños. Los niños y la escuela. El trabajo en la ciudad, de regreso antes que anochezca. Habré sido "la que volvió" porque nadie se ocupó de mi.


Irena ha ojeado sus antiguas agendas de direcciones, deteniéndose largamente en nombres medio olvidados; luego ha reservado una sala en un restaurante. En una mesa apoyada contra la pared, al lado de las pastas saladas, esperan doce botellas alineadas. En Bohemia no se bebe buen vino y no se tiene por costumbre guardar antiguas cosechas. De ahí que Irena se alegre tanto de haber comprado aquel viejo burdeos: para sorprender a sus invitadas, para celebrarlo como una fiesta, para recuperar su amistad.
Ha estado a punto de estropearlo todo. Sus amigas observan incómodas las botellas, hasta que una de ellas, con mucho aplomo y orgullosa de su simplicidad, proclama su preferencia por la cerveza. Enardecidas por ese desparpajo, las demás se adhieren, y la ferviente amante de la cerveza llama al camarero.
Irena se reprocha el gesto desafortunado de la caja de burdeos; haber puesto en evidencia tontamente lo que las separa: su larga ausencia del pais, sus costumbres de extranjera, su soltura. Se lo reprocha todavía más porque le ha otorgado una gran importancia a ese reencuentro: quiere comprender por fin si desea vivir allí, sentirse en casa, tener amigos. Por eso no quiere acomplejarse con esa pequeña metedura de pata, incluso está dispuesta a considerarla como una manera simpática de sincerarse; además, ¿no es la cerveza, por lo que sus invitadas han manifestado su fidelidad, la bebida de la sinceridad, el filtro que disuelve toda hipocresía, toda la comedia de los buenos modales, e incita a sus aficionados a orinar sin pudor y engordar con despreocupación? Si, las mujeres a su alrededor son cálidamente gordas, no paran de hablar, derrochan buenos consejos...
Entretanto aparece el camarero por la puerta con diez jarras de 1/2 litro de cerveza, cinco en cada mano, gran alarde atlético que suscita risas y aplausos. Levantan las jarras y brindan: "A la salud de Irena"! ¡A la salud de la hija pródiga!". Al rechazarle a ella el vino, es a ella a quién rechazan, a ella tal y como ha regresado después de tantos años.
Y en esto precisamente consiste su apuesta: se fue de allí siendo aún una inocente jovencita y ahora regresa hecha una mujer madura, con una vida tras de sí, una vida difícil de la que se siente orgullosa. Quiere hacer lo que sea para que ellas la acepten con las experiencias que ha vivido en los últimos veinte años, con sus convicciones, con sus ideas; es tómalo o déjalo: o consigue estar entre, ella tal como es ahora, o no se quedará. Ha organizado ese encuentro como punto de partida de su ofensiva. Que beban cerveza si se obstinan en ello, le da igual, lo que le importa es elegir ella misma el tema de conversación y conseguir que la escuchen.
Pero pasa el tiempo, las mujeres hablan todas a la vez y es casi imposible entablar una conversación, y menos aún, imponerle un contenido. Irena intenta retomar delicadamente los temas que surgen y derivarlos hacia lo que quisiera decir, pero fracasa: en cuanto sus comentarios se alejan de las preocupaciones de ellas, nadie la atiende.
El camarero ha traído la segunda ronda de cervezas; en la mesa sigue su primera jarra, que, ya sin espuma, queda como deshonrada al lado de la exuberante espuma de otra recién traída. Irena se reprocha haber perdido el gusto por la cerveza; en Francia ha aprendido a saborear la bebida con sorbos cortos y ha perdido la costumbre de tragar abundantes cantidades de líquido como lo exige el culto de la cerveza. Se lleva la jarra a la boca, se esfuerza por beber dos, tres tragos de golpe. En ese momento una mujer, la mayor de todas, apoya con ternura la mano sobre sus labios para quitarle la espuma que ha quedado allí. "No te esfuerces", le dice. "¿Por qué no tomamos vino tú y yo? Sería una tontería perderse un tinto tan bueno", y se dirige al camarero para que abra una de las botellas que permanecen intactas a lo largo de la mesa. En cuanto Milada ha aparecido por la puerta de la sala, Irena la ha reconocido, pero sólo cuando cada una tiene su copa de vino en la mano, puede hablar con ella.
Mientras saborea el vino, Milada dice:
- Nunca es fácil regresar, ¿verdad?
....
Irena comprende que las preguntas de las mujeres están destinadas a comprobar si conoce lo que ellas conocen, si recuerda lo que ellas recuerdan. Esto le deja una extraña impresión que ya no la abandonará:
Al desinteresarse completamente por lo que ella ha vivido en el extranjero, han empezado por amputarle veinte años de vida. Ahora, con este interrogatorio, intentan hilvanar su antiguo pasado con su vida presente. Como si le amputaran el antebrazo y fijaran la mano directamente al codo; como si le amputaran las pantorrillas y le unieran las rodillas a los pies.
....
Su último pensamiento antes de dormirse es para Sylvie. ¡Hace tanto tiempo que no la ve! ¡La echa de menos! A Irena le gustaría invitarla a un café y contarle sus últimos viajes por Bohemia. Hacerle comprender la dificultad del regreso. Por otra parte, fuiste tú, se imagina que le dice, la primera en pronunciar esas palabras: Gran Regreso. Y, ¿sabes Sylvie?, hoy lo he comprendido: podría vivir de nuevo entre ellos, pero a condición de que todo lo que he vivido contigo, con vosotros, con los franceses, lo deposite en el altar de la patria y le prenda fuego. Veinte años de vida en el extranjero pasarán a ser puro humo durante una ceremonia sagrada. Y las mujeres cantarán y bailarán conmigo alrededor de la hoguera, levantando sus jarras de cerveza. Es el precio que hay que pagar para que me perdonen. Para que sea aceptada. Para que vuelva a ser una de ellas.



Ulises añoraba volver a su Ítaca. Después de 20 años.
A Irena le hacen entender que "debe" volver. Después de 20 años.
- Miguel, te casaste, te fuiste al sur del pais, con tu título de médico a buscar futuro. Tuviste tus hijos. Nos perdimos en el aeropuerto. Volviste a la ciudad (cerca de Ítaca?). Trabajaste como profesional. Tus arcas se han llenado, y nada parece complacerte. Yo soy el enlace. Hablás conmigo de todo aquello que fuimos, "allá", con mi visión tan nada que ver, con el ingenio y la risa, que siempre te atrajo de mi, quitándole el dramatismo que para vos significaron estos 300 años, que recorriste el camino entre la ciudad e Ítaca, en esa visita carcelaria de todos los domingos, y algún día más. Admirando, mi libertad. El eterno retorno de lo no resuelto.Tantas veces te he dicho: "no nos perdonan"...y ahora comprendo por qué no respondías, porque a vos sí. Te esforzaste, viviendo dos vidas (ellos una). Hicieron un pacto. Les mostraste bienestar, triunfo, "la prenda" que justificó tu partida. Y ellos a cambio te aceptaron sin chistar.

Milada dice: -"No tiene sentido que les cuentes todo eso. Hasta hace bien poco la gente se peleaba por probar quién había padecido más en el antiguo régimen. Si, todo el mundo quería ser reconocido como víctima. Por suerte esa carrera por saber quién ha padecido más ya se ha acabado. Hoy la gente se jacta de tener éxito, no de padecer. Si la gente está dispuesta a respetarte no es porque tu vida haya sido difícil, ¡sino porque te ve al lado de un hombre rico!

nos aceptaron, integrados al Pueblo Blanco. Viendo hacerse viejo al cura.

Cuando nos fuimos, nos vinimos... (en plural), había tanto por hacer!!!
La conquista del nuevo espacio, con esfuerzo, y con orgullo, como Irena.
En Ítaca corrigieron el reloj, lo volvieron a poner en 0.
Ahora pasaron 20 años.

A veces voy, no me reconocen en mi profesión. Me preguntan por mis hijos y en verdad quieren saber de (aquellos) mis "niños". No les interesa lo que hago, y me esperan con ansias. Aprendí a visitarlos sin esperar nada, ni de ellos ni de mi.
... como hago con dos cementerios.

Cada uno vive su exilio, Kundera. Algunos no saben de qué hablamos.
Los que nos fuimos, los que esperamos a quienes se fueron.
Hay un punto en que detenemos el reloj, como madre de mi hijo en exilio, me veo guardando un orden, en un altar "sus-nuestras" cosas, y a su vez él sentirá que no me intereso demasiado por lo que le pasa. Algo de eso hay, es muy difícil imaginar lo que nunca vimos, los espacios no conocidos. Es imposible no amputar, ni amputarse. Qué tal si nos queremos sin tantas condiciones, como sea y del modo que se de. Habremos avanzado entre mi abuela, toda vestida de negro, italiana, que no aprendió nunca el idioma, que lloraba su exilio, que con nada de poesía decía: "quién fuera pájaro...para volar a su tierra..." y no era una metáfora.

The End.

Un secretito, Kundera: Cuando amamos, nos invade un presente sin Ítacas, ni jotas. El amado es quien, sin que lo notemos, hace que el pasado lo sea. Siempre habrá una Laura y un Manuel.





7 Comments:

Blogger madreselva said...

a la pucha...decía mi papá...qué pasó. Tres días, y estamos en 350. Me empieza a asustar escribir.

12:53 a. m.  
Blogger madreselva said...

Duendecito!!!!!...Socio Accionista, por qué....por qué, justo vino a leer este...si venía atrás ese otro precioso que seguro le gustará más. Su Joan, que tanto ama...!!!!Con este regalo magnífico que es Versos en la boca.
Y...si, complicada, no?¿...mi mamá me lo decía, y mucho más mi papá...me hacía pis en la cama cuando los demás niños se levantaban "sequitos"....y yo ahí, dando lástima, habíéndole pedido al Jesusito, que "por una noche", me deje "no hacerme", y nunca me escuchó, tuve que ensayar distintas maneras de llamarle la atención, por si no me veía....Ud. dice que se me fue la mano? que debí haber insistido con las oraciones¿?...
....graaaaacias por encontrarlo, en este día triste, alegría....!!!
...grande, qué grande el Duendecito....que es sabio, y lo sabe, es un Hombre Sensible de Flores!!! (ya no me importa que las chauchas tengan hilo, o sí, pero no reniego, me río). Y como siempre me dice que un día no va a estar, pero bueno, está bien, seguirá como el principito, en el color del trigo, o como su Pueblo Blanco, atesorado en el corazón.

5:15 a. m.  
Blogger elmismo said...

y entonces?...qué hacemos los que recién nos fuimos?....esperamos la parte IV?....o la XXIV?....jajaj....y si uno se va dos veces?....y si después se da cuenta que lo suyo es irse?....todos los pueblos serán blancos o es uno el blanco?....

4:33 p. m.  
Blogger madreselva said...

Elmismo, esto es sólo una hebra de lana, todo no se pueeede...Hay que pensar que es un análisis de la obra de Milán Kundera, con algunos comments....
Cada uno podrá ver su propio exilio, inventarlo, imaginarlo, disfrutarlo. Por eso abarca desde Ulises, el régimen, todo lo de Kundera, el nuestro, el de mis abuelos, también diferentes, no tengo la misma impresión de mis abuelos paternos, siempre alegres. (eran de Toscana, otro distrito) y lo que se intenta marcar es la diferencia, en tiempo, razones.
Son algunos ejemplos. Ud. puede crear el suyo propio, y si quiere le ayudamos.

7:22 p. m.  
Blogger la lore ooootra vez said...

... a mi me pega por irme de mi. Una vez lo descubrí... y al volver fui otra. Entraré en la categoría del exilio o con mi grupo hacemos rancho aparte? En tal caso, dónde queda el pueblo blanco? A ver a ver mis personalidades y yo... gracias Oliverio!

12:55 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

OOhh..Uds. (con todo el respeto que puede haber en mi) son todos Poetas o escritores..Porque hablan asi, todo como muy perfecto jeje..Pero bueno, Tia soy tu sobrina-nieta (¿¿??) prefirda, o sea _ _ _ _ _..Si..!! Yo la super nieta de tu hermana, (tu nieta-sobrina ¿no?) Lucia..Pase para decirte que aunque habeces no tenga ni idea de lo que escribis, me gusta mucho tu bolg, y en especial tu "BEBE" JeJe, un beso grande..Y perdon por escribir sin tildes.. _Yo_

1:07 p. m.  
Blogger madreselva said...

LUCÍA QUERIDA!!!....nos encontramos todos...qué fiesta!!!!
claro que me encanta que te guste mi gata, y mi gorrión?¿...
No somos poetas, nos hacemos los piolas...jajaja....
te quiero siempre y estás conmigo, en mi corazón, apretadita, para que no te vueles, de mí no te volarás nunca...sí me gusta que vueles como el gorrión...y sí que escribís lindo!!!!

5:17 p. m.  

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