jueves, noviembre 30, 2006

that is the questions (parte IV )


...ella es de people white.

una vez en la habitación, abrió el paquete que le había dado su hermano: un álbum de fotos de su infancia: su madre, su padre, su hermano, y en muchas el pequeño Josef; lo deja a un lado para guardarlo. Dos libros ilustrados para niños; los tira a la papelera. El dibujo coloreado de un niño, con una dedicatoria: "Para el cumpleaños de mamá", y su firma estampada con torpeza; lo tira. Luego, un cuaderno. Lo abre: su diario de cuando estudiaba bachillerato. ¿Cómo fue a parar a casa de sus padres?
Las notas estaban fechadas en los primeros años del comunismo, pero -y ahí su curiosidad se llevó una pequeña decepción- no encuentra en ellas sino descripciones de citas con chicas del instituto.¿Un libertino precoz? Pues no: un jovencito todavía virgen. Ojea distraídamente y se detiene en unos reproches que le dirigió a una chica: "Me has dicho que, en el amor, sólo cuenta lo carnal. Nena, si un hombre te confesara que de ti no desea más que tu carne, saldrías corriendo. Sólo entonces tal vez comprenderías cuán atroz es la sensación de soledad".
Soledad. Esta palabra vuelve con frecuencia. Intentaba asustar a las chicas trazando espantosa perspectiva de la soledad. Para que le quisieran, las sermoneaba como un cura: sin sentimientos, la sexualidad se extiende como un desierto donde uno muere de tristeza.
Lee aquello y no se acuerda de nada. ¿Qué habrá venido a decirle ese desconocido? ¿Recordarle que, en aquel entonces, vivió aquí con su nombre? Josef se levanta y va hacia la ventana. La plaza está iluminada por un sol tardío, y la imagen de las dos manos entrelazadas en la gran medianera es esta vez perfectamente visible: una es blanca, la otra negra. Por encima una sigla de tres letras promete "seguridad" y "solidaridad". No cabe duda de que aquello fue pintado después de 1989, cuando el país adoptó los lemas de los nuevos tiempos: fraternidad entre todas las razas; mezcla de todas las culturas ; unidad de todo, unidad de todos.
¡Cuántas veces no habrá visto Josef carteles con manos entrelazadas! ¡El obrero checo estrechando la mano de un soldado ruso! Aunque odiada, esa imagen propagandística formaba parte incontestablemente de la Historia de los checos, que tenían miles de razones tanto para estrechar la mano como para rechazársela a los rusos o a los alemanes. Pero ¿una mano negra?
En este país la gente apenas sabe que existen los negros. Su madre nunca había visto a uno en su vida.

En tiempo de facultad, enfrente: el bar lleno de humo y café: Iberia, su dueño Pepe, español, nos llamaba "chabalas". No percibíamos en esa palabra más que el sonido de la ternura, cuando en verdad estaba hablando su idioma. Se mezclaban los parroquianos, la Facultad de Filosofía, tenía fama de "muchas mujeres", y de las otras, Ciencias Económicas, Abogacía, venían al atardecer, a la "pesca". Mi mundo era tan extraño, mi madre jamás había visto a un Estudiante de Facultad. Dejar la quinta con las habas, las arvejas, los tomates, los pollitos, a la mañana, llegar a la ciudad, trabajar e ir a la facultad era tan emocionante!!! No debí haber vuelto, a la noche, hacía cualquier cosa por no volver. Esfuerzo-atracción. Si volvía, algo se calmaba, la pena, de mi madre bordando la espera, llorando, en su ignorancia la desgracia que le había tocado. Salir a la mañana y encontrarse con las vecinas, y mirarlas a la cara. Tanta vergüenza!!. Volver en el último colectivo, eso era sólo para "mujeres de la noche", con las que me solidarizaba, eran mis compañeras de viaje, y si nunca hablamos, no fue por mí, sino por ellas, los hombres me miraban con respeto a regañadientes, volvían de parrandear, y no decían nada, silencio, yo siempre leía, y leía, había que ganarle tiempo al tiempo. Unir esos dos mundos me llevaba más de 10 cigarrillos por día y unos cuántos cafés, que ni se contaban. El dormir, parecía borrar toda huella de noches de chabalas y rubiosdeojoscelestes, intelectuales de lentecitos. Mi trabajo nunca alcanzó, ni se registró, era tanto el peso de lo "otro" (la facultad: orgullo y vergüenza).
Levantarme en la cama infantil, con ese sol infantil, hoy es igual el sol de la casa de mi madre, infantil. El olor de la tiza de la primaria es diferente al olor de la tiza de la facultad. Las facultades no huelen a tiza. Y los pueblos no huelen a facultad.
Siempre me iba, de la ciudad y del pueblo, los abandonaba. La fuerza era constante y pareja: "nosotros te damos todo, dónde vas a encontrar lo que te damos acá" -mi padre-, que entendía muchísimo menos que mi madre. Probaba con frases más desalentadoras: "una mujer que a las 8 de la noche no está en su casa...." y se sabía que hablaba de las mujeres del colectivo de la noche, pintadas, perfumadas, atractivas, inquietantes para mí, nunca supe de nombres, eran mis compañeras... compañeras de deserción...
Y la otra: "este es el futuro, un futuro diferente".
El varón, se entiende, pero una mujer. Para qué puede querer estudiar una mujer.
Quién le daría una respuesta a esa jovencita, piel de manzana.
Tiempos diferentes. Tanta cosa, conseguir para el martes el apunte amarillo. Llegar para la mesa de julio. Y los sábados en la peluquería, miradas cómplices "para cuándo?". No tenía respuesta para eso tampoco, y se iban terminando los plazos, y la presión del pueblo es tanta, que se confunde con "estaría bueno casarse, por qué no?"..., en la facultad, nadie me miraba como novia. Hoy con la tristeza de ayeres, creo que me miraban como a las mujeres del colectivo...y yo creía en ellos. Aunque era temprano aún para que maduren las uvas. Abandoné todos los barcos, y me casé con quién creí que combinaba los dos mundos. El pueblo y la ciudad. Y nos quisimos, y disfrutamos mucho. Orgullosa, pasaba por delante de los tontos de la facultad, también podía ser una señora, no la "liberada" como se comentaba peyorativamente. A poco de casarme: "yo nunca voy a ser: la señora de, a menos que seas: el señor de". Nada de vestidos blancos, ni de anillos. Y en nuestra identificación de portero había dos apellidos, los nuestros, de qué otro modo. El deseo de tener una familia, era tan genuino como el de los demás, por qué no? por qué no hijos? No de idéntico modo, a modo nuestro. Y funcionó.
Tanto que hasta nos pudimos separar.
Hoy mi madre, cuando le dije que recién volvía de trabajar, me miró del mismo modo que en aquellas noches, soy su fracaso, y mi orgullo.

Me emocionan las manos, black y white. (en ese pueblo jamás deben haber visto a un negro).

Es muy tarde, tengo sueño, estoy cansada, quise escribir este poquito, mañana sigo, porque Irena y Josef se conocieron.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Y seguiran conociendose a pesar de todo y gracias a lo que se deja ver mas alla del pueblo.
Gracias madreselva

5:26 p. m.  
Blogger madreselva said...

Amapola!!!...Desde el club, se la saluda: buenos días!!!... sepa que está al día con la cuota. Y ello la habilita a circular por sus instalaciones....Su aporte es imprescindible.

8:13 a. m.  

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