...hormiga....hormiguita....hormiga....
HORMIGA LADRONA
Thief Ant Solenopsis Molesta
Es prácticamente la mas pequeña, mide de 1 mm a 1,7 mm, son de color amarillo amarronado. Suelen vivir en hormigueros de otras especies mas grandes y se alimentan de las larvas. Su alimentación también incluye grasas, quesos y carnes, ocasionalmente comen sustancias dulces. Son muy difíciles de detectar y de combatir, suelen anidar en grietas, y aberturas de paredes.
(la de la foto es una prima canchera)
De un Ensayo:
«Yo, un insecto del orden de los himenópteros, familia de los formícidos, me dirijo a vosotros, los primates». Pedro Gálvez: La Hormiga
«Ve a la hormiga, oh perezoso, considera sus caminos y vendrás a ser sabio. Ella no tiene jefe, ni inspector, ni soberano. Se prepara durante el verano su pan, allega su comida durante la siega».Proverbios, 6:6-8
El entomólogo indio Rajeesh Parwani explica que la inteligencia de los insectos sociales debe estudiarse a dos niveles: al individual, donde el comportamiento de cada ejemplar es sumamente simple e incluso a veces azaroso, y a nivel de la colonia o grupo, donde encontramos una fenomenología cooperativa y altamente autoorganizada. Con el siguiente experimento, se llegó a conclusiones sorprendentes: Se colocaron dos fuentes de comida equidistantes de un hormiguero. Las fuentes de comida eran repuestas regularmente, de modo que ninguna de las dos se agotaba nunca. Sabemos que las exploradoras buscan y encuentran las fuentes de comida, dejando tras de sí un rastro odorífero de feromonas para que las hormigas recolectoras puedan seguirlo hasta el alimento. Se estudió el comportamiento de las hormigas, observando cuáles fuentes de comida preferían. En la teoría, por consiguiente, el comportamiento de las grandes masas de hormigas recolectoras debía reproducir, en mayor escala, el de las pocas exploradoras que habían descubierto las fuentes de comida. Sin embargo, no fue así. La cantidad de visitas a ambas fuentes de comida oscilaba de manera diferente a la de la proporción de exploradoras que había descubierto una y otra, contradiciendo la idea de que más hormigas irían al que presentaba más rastros dejados por más exploradoras. En la realidad, el número de visitas fluctuaba en una medida injustificable si cada hormiga sólo se dedica a seguir el rastro de una exploradora cualquiera. Parwani consiguió aislar el modelo teórico que gobierna estas fluctuaciones. Cada hormiga, al salir del hormiguero, puede seguir una de tres conductas:
- Puede visitar la última fuente de comida que conoció;
- Puede ser reclutada o "convencida" por una hormiga que regresa, para visitar el que visitó aquella; o
- Puede, libremente, decidir visitar una fuente distinta a la que visitó por última vez.
Este modelo, real desde el punto de vista experimental, contiene entonces un amplio grado de "libre albedrío" en la decisión que la hormiga toma al salir del hormiguero. Esta adaptabilidad, según Parwani, capacita a la colonia para adaptarse a una situación en constante cambio: en nuestro ejemplo, cambiar a la explotación de una nueva fuente de comida que se ha hecho repentinamente accesible, invirtiendo una costumbre adquirida. Ésta es, desde cualquier punto de vista, una excelente definición de "inteligencia".
Nosotros, los humanos, poseemos una inteligencia individual, y también una inteligencia colectiva. Las hormigas, sin embargo, sólo poseen inteligencia colectiva
esto me dicen de ella. Uno meramente la clasifica.
el otro un Ensayo. (Ref.: "Relaciones ordenadas, sociedades perfectas", de Marcelo Dos Santos)
y a diario vivo.....
las combato, debo confesarlo, de muy diversas maneras, me causan una sensación molesta, preferiría que no estén, aunque es inevitable. En la casa no existen venenos para nada, no me gustan los venenos, ni para ellas, ni para otros insectos, sólo un ahuyenta mosquitos. No les hablo, porque nuestra relación es bastante extraña. A veces me gusta su modo de actuar, y las miro, en general tengo menos tiempo que cuando niña. Siempre me presentan desafío, aún ahora. Siento que me ven, y no les importa, a menos que mueva mis manos. Me gustaría compartir algún modo de comunicación, que incluya, molestarnos lo menos posible, y respetarnos en nuestros objetivos: la búsqueda y el área de operaciones en relación a la comida.
Llegar a casa y encontrarlas no es buena noticia. Levantarme y encontrarlas, tampoco. Pueden arruinarme el desayuno u/o. Me irritan: tomo un paño, lo empapo en detergente, y trato de arrasar con la mayor cantidad posible. Tengo la esperanza que le comuniquen a sus compañeras que "la guerra ha comenzado", y que no me interesa capturar "la mayor cantidad posible".....no tengo esa voracidad, sólo que se retiren de mi vista. Y se empeñan, y vuelven, y vuelven, no son moscas, pero cómo insisten!!. Y nuestra lucha durante las épocas, en que deciden hospedarse, (son bastante caprichositas, vienen cuando les da la gana, y del mismo modo un día se van) es cuerpo a cuerpo.
un día....de esta semana atacaron "mi azucarera", ya me se la respuesta: al patio, ponerla al sol, y en minutos ni sé de ellas, ni ellas de mí. Todo pareciera recuperar un orden.
hasta aquí nada novedoso, ni inquietante a la lectura, la descripción y el ensayo tienen su interés, y mal no viene saber que alguien tomó más tiempo para investigar, que de algún modo convierte lo mío en artesanal. Y como siempre, buscando la poesía hoy con Benedetti, y Viktor Frankl, y ellas y yo, que aquí estamos, en un período de descanso, tapé todas las grietas, de los modos y formas. (nada que ya no haya hecho) En verdad creo que se fueron porque quisieron, les dio la gana, nada tienen que hacer mis tácticas combativas y de persuasión.
Y a la vez... Qué pasó con la azucarera? No lo de siempre.
Pasó una semana y están allí, apiñaditas. Esto es lo novedoso. UNA SEMANA?
Lo habitual, no resultó. La vida cotidiana, que atrapa nuestra atención, de modos cada vez más exigidos, aunque con nuestra cámara a cuestas, va registrando...y de reojo, la azucarera ahí, habitada, con incólumes signos de interrogación.
Y mi mente voló a Auschwitz. A las experiencias narradas por Viktor Frankl y sus conclusiones acerca de la conducta humana en situaciones límite. A la presencia del Capo, vigilando y castigando. No me sentí El Capo, por lo desprovista de goce en tanto placer. Hubo algún comentario vertido: tienen comida suficiente. No cerró, ni inauguró camino, ni para mí, ni para ellas.
Apelé a mis convicciones: que las situaciones penosas son mejor soportadas en presencia de la escucha adecuada. Que la soledad agranda la sábana de los fantasmas.
Rememoré la experiencia de la última tormenta: piedras asesinas, ruido, lluvia, vivida en mi propia casa, sola, tan diferente a otros relatos que confronté. En un momento, tuve una sensación extraña, de pérdida de la noción temporo-espacial, no sabía cuánto tiempo había transcurrido, cuánto duraría, qué era, qué pasaría, de qué se trataba, finalizados los primeros recursos de protección y defensa, todo accionar quedó coartado, sin líneas telefónicas. Era el enfrentamiento mismo con lo desconocido, generador de temores básicos, llegué a taparme los oídos, veía niebla. Mi percepción de la realidad estaba alterada.
Mientras que otros, en grupo, los ohh....ahh...qué barbaridad....mirá, mirá... tan elementales, generaron vivencias diferentes, de solidaridad, que perduraron por algunas horas, y a los cuales me uní, al salir a la calle. Se daban los modos de comunicación propios del ser humano: analógico y digital. Con los días se fue perdiendo.
Finalmente el qué de esas hormiguitas, juntitas, apiñadas, -se me ocurre- eran la representación del estado de aislamiento, de pérdida de contacto con la sociedad organizada. Desvalidas. Nadie sabía de ellas, ni ellas de los demás.
Una brisa Ana Frank, invade el ambiente. Y acecha con guante blanco.
El improbable best-seller de la ciencia ficción y fantasía de Pedro Gálvez, La Hormiga, es una novela extraña y atractiva: su autor, un antropólogo malagueño, se recibió en la Universidad de Caracas y cursó estudios de entomología en la Ludwig-Maximilians-Universität de Munich. Con estos antecedentes, Gálvez desarrolla un texto que se supone escrito por la única hormiga pensante que haya existido jamás, que se autotitula "La hormiga que sabe desde hace poco" y, previsiblemente, firma sus trabajos con el apelativo latino de Formica sapiens recens. Formica sapiens les escribe a los hombres sus memorias ("Reflexiones de un himenóptero para uso de los primates") en un tono doctoral y sucinto, y defiende la inteligencia de las de su especie diciendo: "Seres mucho más pequeños que yo no han vacilado en desperdiciar pluma y papel para llenar cuartillas propias con ideas ajenas...". Nada más cierto. Si Formica sapiens recens existiera de verdad, acaso consideraría este artículo como una justa reivindicación de aquellos organismos que han sabido construir una sociedad perfecta en base a relaciones mutuas verdaderamente organizadas, leales y concisas. ¿Llegaremos algún día a alcanzar logros similares?
Y Benedetti, no se, no está nada mal leer su:
A imagen y semejanza.
Era la última hormiga de la caravana, y no pudo seguir la ruta de sus compañeras. Un terrón de azúcar había resbalado desde lo alto, quebrándose en varios terroncitos. Uno de éstos le interceptaba el paso. Por un instante la hormiga quedó inmóvil sobre el papel color crema. Luego, sus patitas delanteras tantearon el terrón. Retrocedió..................................
Noticia de último momento: no están más en la azucarera, se fueron, no pienso en un suicidio colectivo, por la ausencia de cadáveres, más o menos a la vista.
Ergo: se encontraron!! Sabedoras de su porvenir, sólo esperaban.
La clave, que ellas han descubierto hace más de 180 millones de años, es que la inteligencia individual no sirve para sostener una sociedad perfecta si las relaciones entre sus miembros no están ordenadas de una manera también perfecta
Acabo de darme cuenta que se comieron los pimpollos de mi planta: La Rojita. Es el primer año que no va a estar mi patio "en rouge"...
Atençao: Los consumidores compulsivos de anti-todo, seguro no van estar perdiendo una tarde de domingo leyendo estas reflexiones, más bien están matando hormigas, con aerosoles o jugando al tenis que es casi lo mismo.
A los que nos detenemos en el ejercicio del pensar, si ve una hormiga: MÁTELA.
La organización no se verá alterada y Ud. cuidará sus desayunos y sus flores.
Thief Ant Solenopsis Molesta
Es prácticamente la mas pequeña, mide de 1 mm a 1,7 mm, son de color amarillo amarronado. Suelen vivir en hormigueros de otras especies mas grandes y se alimentan de las larvas. Su alimentación también incluye grasas, quesos y carnes, ocasionalmente comen sustancias dulces. Son muy difíciles de detectar y de combatir, suelen anidar en grietas, y aberturas de paredes.
(la de la foto es una prima canchera)
De un Ensayo:
«Yo, un insecto del orden de los himenópteros, familia de los formícidos, me dirijo a vosotros, los primates». Pedro Gálvez: La Hormiga
«Ve a la hormiga, oh perezoso, considera sus caminos y vendrás a ser sabio. Ella no tiene jefe, ni inspector, ni soberano. Se prepara durante el verano su pan, allega su comida durante la siega».Proverbios, 6:6-8
El entomólogo indio Rajeesh Parwani explica que la inteligencia de los insectos sociales debe estudiarse a dos niveles: al individual, donde el comportamiento de cada ejemplar es sumamente simple e incluso a veces azaroso, y a nivel de la colonia o grupo, donde encontramos una fenomenología cooperativa y altamente autoorganizada. Con el siguiente experimento, se llegó a conclusiones sorprendentes: Se colocaron dos fuentes de comida equidistantes de un hormiguero. Las fuentes de comida eran repuestas regularmente, de modo que ninguna de las dos se agotaba nunca. Sabemos que las exploradoras buscan y encuentran las fuentes de comida, dejando tras de sí un rastro odorífero de feromonas para que las hormigas recolectoras puedan seguirlo hasta el alimento. Se estudió el comportamiento de las hormigas, observando cuáles fuentes de comida preferían. En la teoría, por consiguiente, el comportamiento de las grandes masas de hormigas recolectoras debía reproducir, en mayor escala, el de las pocas exploradoras que habían descubierto las fuentes de comida. Sin embargo, no fue así. La cantidad de visitas a ambas fuentes de comida oscilaba de manera diferente a la de la proporción de exploradoras que había descubierto una y otra, contradiciendo la idea de que más hormigas irían al que presentaba más rastros dejados por más exploradoras. En la realidad, el número de visitas fluctuaba en una medida injustificable si cada hormiga sólo se dedica a seguir el rastro de una exploradora cualquiera. Parwani consiguió aislar el modelo teórico que gobierna estas fluctuaciones. Cada hormiga, al salir del hormiguero, puede seguir una de tres conductas:
- Puede visitar la última fuente de comida que conoció;
- Puede ser reclutada o "convencida" por una hormiga que regresa, para visitar el que visitó aquella; o
- Puede, libremente, decidir visitar una fuente distinta a la que visitó por última vez.
Este modelo, real desde el punto de vista experimental, contiene entonces un amplio grado de "libre albedrío" en la decisión que la hormiga toma al salir del hormiguero. Esta adaptabilidad, según Parwani, capacita a la colonia para adaptarse a una situación en constante cambio: en nuestro ejemplo, cambiar a la explotación de una nueva fuente de comida que se ha hecho repentinamente accesible, invirtiendo una costumbre adquirida. Ésta es, desde cualquier punto de vista, una excelente definición de "inteligencia".
Nosotros, los humanos, poseemos una inteligencia individual, y también una inteligencia colectiva. Las hormigas, sin embargo, sólo poseen inteligencia colectiva
esto me dicen de ella. Uno meramente la clasifica.
el otro un Ensayo. (Ref.: "Relaciones ordenadas, sociedades perfectas", de Marcelo Dos Santos)
y a diario vivo.....
las combato, debo confesarlo, de muy diversas maneras, me causan una sensación molesta, preferiría que no estén, aunque es inevitable. En la casa no existen venenos para nada, no me gustan los venenos, ni para ellas, ni para otros insectos, sólo un ahuyenta mosquitos. No les hablo, porque nuestra relación es bastante extraña. A veces me gusta su modo de actuar, y las miro, en general tengo menos tiempo que cuando niña. Siempre me presentan desafío, aún ahora. Siento que me ven, y no les importa, a menos que mueva mis manos. Me gustaría compartir algún modo de comunicación, que incluya, molestarnos lo menos posible, y respetarnos en nuestros objetivos: la búsqueda y el área de operaciones en relación a la comida.
Llegar a casa y encontrarlas no es buena noticia. Levantarme y encontrarlas, tampoco. Pueden arruinarme el desayuno u/o. Me irritan: tomo un paño, lo empapo en detergente, y trato de arrasar con la mayor cantidad posible. Tengo la esperanza que le comuniquen a sus compañeras que "la guerra ha comenzado", y que no me interesa capturar "la mayor cantidad posible".....no tengo esa voracidad, sólo que se retiren de mi vista. Y se empeñan, y vuelven, y vuelven, no son moscas, pero cómo insisten!!. Y nuestra lucha durante las épocas, en que deciden hospedarse, (son bastante caprichositas, vienen cuando les da la gana, y del mismo modo un día se van) es cuerpo a cuerpo.
un día....de esta semana atacaron "mi azucarera", ya me se la respuesta: al patio, ponerla al sol, y en minutos ni sé de ellas, ni ellas de mí. Todo pareciera recuperar un orden.
hasta aquí nada novedoso, ni inquietante a la lectura, la descripción y el ensayo tienen su interés, y mal no viene saber que alguien tomó más tiempo para investigar, que de algún modo convierte lo mío en artesanal. Y como siempre, buscando la poesía hoy con Benedetti, y Viktor Frankl, y ellas y yo, que aquí estamos, en un período de descanso, tapé todas las grietas, de los modos y formas. (nada que ya no haya hecho) En verdad creo que se fueron porque quisieron, les dio la gana, nada tienen que hacer mis tácticas combativas y de persuasión.
Y a la vez... Qué pasó con la azucarera? No lo de siempre.
Pasó una semana y están allí, apiñaditas. Esto es lo novedoso. UNA SEMANA?
Lo habitual, no resultó. La vida cotidiana, que atrapa nuestra atención, de modos cada vez más exigidos, aunque con nuestra cámara a cuestas, va registrando...y de reojo, la azucarera ahí, habitada, con incólumes signos de interrogación.
Y mi mente voló a Auschwitz. A las experiencias narradas por Viktor Frankl y sus conclusiones acerca de la conducta humana en situaciones límite. A la presencia del Capo, vigilando y castigando. No me sentí El Capo, por lo desprovista de goce en tanto placer. Hubo algún comentario vertido: tienen comida suficiente. No cerró, ni inauguró camino, ni para mí, ni para ellas.
Apelé a mis convicciones: que las situaciones penosas son mejor soportadas en presencia de la escucha adecuada. Que la soledad agranda la sábana de los fantasmas.
Rememoré la experiencia de la última tormenta: piedras asesinas, ruido, lluvia, vivida en mi propia casa, sola, tan diferente a otros relatos que confronté. En un momento, tuve una sensación extraña, de pérdida de la noción temporo-espacial, no sabía cuánto tiempo había transcurrido, cuánto duraría, qué era, qué pasaría, de qué se trataba, finalizados los primeros recursos de protección y defensa, todo accionar quedó coartado, sin líneas telefónicas. Era el enfrentamiento mismo con lo desconocido, generador de temores básicos, llegué a taparme los oídos, veía niebla. Mi percepción de la realidad estaba alterada.
Mientras que otros, en grupo, los ohh....ahh...qué barbaridad....mirá, mirá... tan elementales, generaron vivencias diferentes, de solidaridad, que perduraron por algunas horas, y a los cuales me uní, al salir a la calle. Se daban los modos de comunicación propios del ser humano: analógico y digital. Con los días se fue perdiendo.
Finalmente el qué de esas hormiguitas, juntitas, apiñadas, -se me ocurre- eran la representación del estado de aislamiento, de pérdida de contacto con la sociedad organizada. Desvalidas. Nadie sabía de ellas, ni ellas de los demás.
Una brisa Ana Frank, invade el ambiente. Y acecha con guante blanco.
El improbable best-seller de la ciencia ficción y fantasía de Pedro Gálvez, La Hormiga, es una novela extraña y atractiva: su autor, un antropólogo malagueño, se recibió en la Universidad de Caracas y cursó estudios de entomología en la Ludwig-Maximilians-Universität de Munich. Con estos antecedentes, Gálvez desarrolla un texto que se supone escrito por la única hormiga pensante que haya existido jamás, que se autotitula "La hormiga que sabe desde hace poco" y, previsiblemente, firma sus trabajos con el apelativo latino de Formica sapiens recens. Formica sapiens les escribe a los hombres sus memorias ("Reflexiones de un himenóptero para uso de los primates") en un tono doctoral y sucinto, y defiende la inteligencia de las de su especie diciendo: "Seres mucho más pequeños que yo no han vacilado en desperdiciar pluma y papel para llenar cuartillas propias con ideas ajenas...". Nada más cierto. Si Formica sapiens recens existiera de verdad, acaso consideraría este artículo como una justa reivindicación de aquellos organismos que han sabido construir una sociedad perfecta en base a relaciones mutuas verdaderamente organizadas, leales y concisas. ¿Llegaremos algún día a alcanzar logros similares?
Y Benedetti, no se, no está nada mal leer su:
A imagen y semejanza.
Era la última hormiga de la caravana, y no pudo seguir la ruta de sus compañeras. Un terrón de azúcar había resbalado desde lo alto, quebrándose en varios terroncitos. Uno de éstos le interceptaba el paso. Por un instante la hormiga quedó inmóvil sobre el papel color crema. Luego, sus patitas delanteras tantearon el terrón. Retrocedió..................................
Noticia de último momento: no están más en la azucarera, se fueron, no pienso en un suicidio colectivo, por la ausencia de cadáveres, más o menos a la vista.
Ergo: se encontraron!! Sabedoras de su porvenir, sólo esperaban.
La clave, que ellas han descubierto hace más de 180 millones de años, es que la inteligencia individual no sirve para sostener una sociedad perfecta si las relaciones entre sus miembros no están ordenadas de una manera también perfecta
Acabo de darme cuenta que se comieron los pimpollos de mi planta: La Rojita. Es el primer año que no va a estar mi patio "en rouge"...
Atençao: Los consumidores compulsivos de anti-todo, seguro no van estar perdiendo una tarde de domingo leyendo estas reflexiones, más bien están matando hormigas, con aerosoles o jugando al tenis que es casi lo mismo.
A los que nos detenemos en el ejercicio del pensar, si ve una hormiga: MÁTELA.
La organización no se verá alterada y Ud. cuidará sus desayunos y sus flores.
6 Comments:
cómo se te extraña elmismo, al no haber niun comments tuyo, esto está despoblado y árido, mis palabras quedan solas y sueltas, abandonadas,
quizás a la espera que el espíritu colectivo las rescate. Pero no hay milagro.
Gracias por lo que impulsaste con tus "peligrosas ideas", en mí, todo este tiempo. Cuando estaba a punto de claudicar (como ahora), me dijiste: VALE LA PENA...y seguí un tramo más.
es que tenés derecho a tomarte unas vacaciones, donde la internete, no esté al terminar el brazo. Que estés bien en tus vacaciones, disfrutando de Austria, cuna de algunos grandes que conozco, y solidaria en este hoy tuyo.
hormiguita, de vos teníamos que aprender a defender nuestra inteligencia colectiva. Y confiar.
Se habrá entendido mal lo que dije?
duendecito, Ud. que anda siempre revoloteando, y tirándose a menos...qué cooosa!!!
ahora ni empedo vuelvo a matar una hormiga....sí polillas, así que ni se te ocurra escribir nada acerca de la inteligencia de las polillas porque sino todo mal, me quedo sin ropa...jjjaaj....
me diste una idea...polillas, polillas....jajaja....
Publicar un comentario
<< Home