les digo mis palomitas, por hacerlo de un modo. por referirme a ellas, las de mi balcón, y al decir mi balcón, casi me inclino a buscar el posesivo.
y no, es así el tema
ellas estaban felices (
felices?¿?) en mi balcón (
mi?¿?) jugando (?¿?)
alguna vez leí sobre el antropomorfismo, y eso...
vuelvo al comienzo, las palomitas estaban en mi balcón, más bien no jugando, sino charlando en ese bullicio que suelen hacer a mediodía, cuando comen, sólo una vez por día comen.
yo en mi otro trabajo, y me picaba mucho la cabeza, mucho es mucho, que me miraban si me rascaba, no hay un modo sutil de rascarse la cabeza, ni sutil ni disimulado, y una vez pasa, porque puede ser un gesto, más de una vez, es piojo o loca.
así las cosas, le pido a un compañero médico que me mire, y me dice no tenés nada.
no tenés nada, son mínimos los piojillos de las palomas.
mínimos es casi imperceptible, 6 veces más chicos que los piojos de los chicos, y se puso los lentes para mirarme, en la calle, después que habíamos estado hablando de Un mundo feliz de Huxley y 1984 de Orwell, definidos por ellos dos, ya se había agregado otro compañero que un rato antes me había pedido un cigarrillo y ahora estaba sacándole el papelito a un paquete de Marlboro diez, y no habia tenido tiempo de comprarlo, mientras yo acotaba, Cómo no leí un mundo feliz de Huxley, si lo tengo, porqué nunca lo leí, ya ves, me dijo el primero, al que le iba a pedir que me mire los piojos, es un buen momento para leerlo, que el mundo felíz de era el mundo de lo dulce (Menem, Tinelli y todo eso) como modelo de sometimiento, (no sé si dijo eso) y el otro como modelo dictatorial, no sé si era así, lo entendí por los gestos y la modulación de nuestros rostros mientras seguíamos el hilo de un pensamiento y se veía surgir el concepto, me gustó mucho, mucho es mucho, volver a poder hablar con los compañeros, no hablábamos más.
y bueno, no tenés nada, no tenés nada y me pica, me puse alcohol, y el alcohol no me calmaba, fui a mi balcón, con una botella de kaotrina y sin usarla porque no había piojos, le desarmé el nido. allí estaban en un rincón, muertas de susto las pobres palomitas. No sé si era más el susto de ellas o el mío, cuando vieron que no tenía intención de matarlas, de nada, se quedaron apiladitas, mirándome, si, apiladitas, una encima de la otra en el rincón de mi balcón limpito, al lado, bien al lado de donde estaba el nido.
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